
Cuando los europeos
descubrieron América, los indígenas americanos hacían uso del tabaco desde
tiempo inmemorial. Sus adivinos y sacerdotes aspiraban el humo por la boca, con
auxilio de un largo tubo, para pronosticar los resultados de alguna empresa.
Por largo tiempo se le designó con el nombre de "petán", que le daban
los naturales de Brasil: Petum latifolium.
Muchos viajeros europeos dan
noticias de la costumbre de los nativos de fumar las hojas secas de tabaco y
arrolladas, en las Antillas, la Florida, México y Brasil.1 Los indígenas
utilizaban ciertos artilugios en forma de rollo de hojas o unos tubos a manera
de pipas.2 Los nuevos moradores y los visitantes adoptaron así un hábito, que
pronto llegó a generalizarse en forma universal.
Las semillas del tabaco fueron
llevadas por fray Román Pane a España en 1518, por los portugueses a su madre
patria y Japón en 1573, por el nuncio papal Próspero Santacroce Publicó la de
Lisboa a Italia y por Walter Raleigh a Inglaterra en 1565. Jean Ni–cot de
Villemain, embajador de Francia ante la corte portuguesa, envió en 1560 a la
reina madre de su país, Catalina de Medici, esta hierba codiciada, cuyas
virtudes medicinales había él comprobado. De este modo el empleo del tabaco se
puso de moda en dicho país, gracias al ejemplo que daban la propia reina y el
gran prior Francisco de Lorena. Por eso se dieron al vegetal los nombres de
Nicotiana, hierba de la reina o hierba del Prior. El nombre botánico (Nicotiana
tabacum) y el de su nefasto alcaloide (nicotina) provienen del apellido Nicot.
El uso del tabaco se difundió
rápidamente por toda Europa. Baste recordar que los soldados de Carlos V
fumaban después de la victoria de Mühlberg en contra de las tropas del elector
de Sajonia, Juan Federico (1547). En algunos países, la propagación de la
costumbre de fumar se enfrentó a serias dificultades, y los fumadores eran
perseguidos o ridiculizados. Sin embargo, pese a todas las medidas
constrictivas, el uso del tabaco se incrementó progresivamente hasta constituir
su monopolio un manantial de riqueza para los gobiernos de España, Portugal,
Inglaterra, etc (Revista de Investigación Clínica, 2005).
Los primeros dibujos de esta
planta aparecieron en una publicación del médico sevillano Nicolás Mo–nardes,3
en las relaciones de fray Andrés Thevet (1575), que había vivido en Brasil, y
en el célebre tratado botánico de Charles de FEcluse (Carolus Clu–sius).4 Por
su lado, Joseph Pitton de Tournefort (1656–1708) estableció el género vegetal
al que pertenece, en su clasificación de las plantas basada en la corola de las
flores. La estudió también Linneo (1707–1778) en su sistema de clasificación de
las plantas con base en los órganos sexuales, colocándola en la familia de las
solanáceas. A principios del siglo XIX dibujó la planta del tabaco (Figura 1)
el lego franciscano Juan Navarro en su "Jardín americano", que
elaborara esencialmente en el colegio apostólico de la Santa Cruz de la ciudad
de Querétaro (Revista de Investigación Clínica, 2005).
Bibliografía
Revista de investigación clínica (2005) Tabaco y tabaquismo en la historia de México
y de Europa. Vol. 57 n°4 México jul/ ago. Recuperado de:
HISTORIA DEL TABACO LOQUEANDO: disponible en: https://youtu.be/fKJp3yHLfNo
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